Cuando una tormenta inunda una casa, no solo se pierden objetos: se pierden años de esfuerzo, tranquilidad y recuerdos que no se reemplazan con dinero. Las pérdidas materiales son evidentes, pero el impacto emocional que sufren las familias es aún mayor.

Lo que más nos impresionó es que hay familias que sufren de esto cada año, una realidad que nos motivó buscar una solución.

Nos enfrentamos a retos de diseño y producción, dificultades para explicar el producto sin imágenes ni videos de calidad, limitaciones económicas, temas logísticos… La lista sigue.

Pero nunca nos detuvimos. Aprendimos en el camino y seguimos adelante.

Lo que más nos llena el corazón es escuchar a quienes, tras años de preocupación, por fin encontraron tranquilidad.

Cuando nos dicen que ahora pueden dormir sin miedo a la lluvia, que ya no viven con el miedo de perderlo todo en cada temporada de lluvias.

Esos son comentarios nos recuerdan por qué hacemos lo que hacemos.